Blog de senderismo
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El bandido era hijo de un sastre de la madrileña calle de Huerta del Bayo y había sido amigo y cómplice de Luis Candelas, que había sido ejecutado casi dos años antes, y de quien llegó a ser segundo lugarteniente, tras haber tenido con él un duelo a navajas del que salió con una larga cicatriz en el rostro.
El Marqués de Gaviria, intendente del Palacio Real era persona reputada y conocida, así como inmensamente rica, poseedora de una de las mayores fortunas de Madrid. Tenía dos hijos varones, Manuel y Paco, de 10 y 12 años de edad, en las Escuelas Pías de San Antón, en la calle Hortaleza de Madrid.
El 27 de abril de 1839, un coche de caballos pasó a recogerlos a las Escuelas y un criado tramitó las formalidades de rigor con el hermano encargado de la portería, y, tras presentar una carta donde se refería una repentina enfermedad del Marqués de imprevista gravedad:
Muy señor mío:
Mi sobrino don Manuel Gaviria se halla desde anoche con un fuerte dolor cólico, y como no tiene alivio y está clamando toda la noche por ver a los niños, pasa por ellos mi apoderado Don Pedro López en un coche.
Advierto a usted no diga la causa por qué vienen, que aquí la sabrán.
Con tan infausto motivo se ofrece a usted de nuevo su afligido y humilde Q.S.M.B.
Fdo. José de Gaviria.
fueron autorizados los niños por el rector a ir a ver a su padre, diciéndoles que les llevaban a la finca que sus abuelos tenían en Valdemoro, adonde iban con cierta frecuencia, sin sospechar nada a pesar de que el lacayo no era, como habitualmente, el criado Luis a quien tan bien conocían, y así subieron al vehículo. Afortunadamente el rector y padre prior se asomó a una ventana para verlos partir y vió que el carruaje no era el que llevaba en sus puertas las armas de la Casa de Gaviria, sino un simple coche de alquiler con caja pintada de verde y ruedas rojas con franjas doradas. Sus sospechas se acrecentaron cuando el vehículo partió rápidamente, tirado por cuatro mulas de tiro, cascabeleando las colleras, y tomó dirección hacia las afueras de la capital, contraria a la debida y acostumbrada.
El prior envió un demandadero al domicilio del Marqués, interesándose por su salud con un prudente “cómo se encontraba el señor”, recibiendo el recado el propio interesado, que, vestido de lujoso uniforme, se dirigía a Palacio, desvelándose así el engaño. El Marqués ofreció recompensa a quien descubriera el paradero de sus hijos, y la policía y tropas nacionales se pusieron a investigar.
No tardó en recibirse, por medio del pastor Manuel Perea, una carta de puño y letra de uno de los secuestrados, en la que se solicitaba la entrega de 300 onzas de oro por su puesta en libertad:
Querido papá: Si quiere vd. volver a ver a sus hijos que se hallan en medio de doce hombres y que no perezcan envíe inmediatamente con el dador una persona de toda su confianza con 300 onzas de oro y si no pereceremos.
Posdata: Que esto por Dios no lo sienta la tierra.
Pronto se averiguó por los empleados del resguardo que el coche había salido de Madrid por la puerta de Santa Bárbara, camino del pueblo de Hortaleza, y por un cabrero que les facilitó víveres que, llegados a la plaza de dicha población, habían despedido el coche, pagando sesenta reales por el servicio y que cada niño había sido montado en un caballo, negro y blanco, respectivamente, a la grupa con sus raptores.
Después se sabría que habían pasado la noche en la dehesa de Montalvillo, en las inmediaciones de San Agustín de Guadalix, cenado un poco de queso, pan y aguardiente, y que, atravesando la serrota de San Pedro, habían entrado en la Pedriza por el collado de la Dehesilla y fueron a acampar a primera hora de la mañana, tras pasar noche de camino, junto al Arroyo de la Majadilla y el Tolmo, piedra monumental arrastrada por su peso hasta el barranco de la Dehesilla, donde tenían su guarida. Los pequeños contarían después que estuvieron escondidos bajo el Canto del Tolmo. Allí se encontraron con unos cabreros, que les proporcionaron comida e incluso recibieron encargo para traerles cigarros y vino. A media mañana se encontraron con dos cuadrilleros, que se interesaron incluso por adquirir sus escopetas, y tuvieron la suficiente sangre fría como para mantener la calma. Al regreso del encargo del pastor, le pidieron que llevara la misiva de solicitud del rescate, pero rehusó, aunque, a su requerimiento, les proporcionó como candidato al vaquero Manuel Perea y les acompañó hasta localizarle. Sería él quien, finalmente, como ya adelantamos, aceptó portar la misiva.
Con tanto testigo, no es de extrañar que pronto se encaminaran hacia esa parte de la sierra los perseguidores: tanto gentes del lugar, conocedoras del terreno, como tropas del ejército.
Cuando los soldados se acercaban a la guarida, los bandidos cobijaron a los niños en un canchal, recomendándoles no asomarse hasta que hubiera pasado el peligro, creyendo que se iniciaría un tiroteo. Sin embargo, los perseguidores no dispararon, por miedo a herir a los pequeños, sino que se limitaron a cercarles e ir estrechando cada vez más el círculo, hasta que, finalmente, los bandidos huyeron abandonando a sus cautivos, adentrándose en la Pedriza, al parecer hacia el Collado Cabrón y los Poyos. Entonces salieron corriendo los niños y se unieron a las tropas lideradas por el encargado de la fábrica de papel de Manzanares, que iba al frente de diez hombres del regimiento de la Reina Gobernadora, secundados por tropas de Caballería y de ligeros, policías y milicianos, recobrando así su libertad sin pagar cantidad alguna.
Como el delito había trascendido a todas las clases sociales, dada la categoría y popularidad de los interesados, así como por la índole del suceso, que había captado la atención de todas las familias, se organizó el recibimiento de los infantes, que se encaminaron, rodeados de público y escolta, desde las afueras de la ciudad hasta su casa en C/ Mayor, 16. Llegados a su domicilio, tuvieron que comparecer en sus balcones, requeridos por la multitud, que les ovacionó delirante. Los niños desvelaron después más detalles sobre su captura, como que los bandoleros los habían tratado con toda consideración, forzándoles a comer y beber para que no desmejorasen; que habían tomado afecto a uno de sus guardianes y que, cuando les dictaron la carta requiriendo el rescate, habían quitado inocentemente, creyendo favorecer a su padre, un cero de las 3.000 onzas solicitadas, resultando así las 30o que mencionaba la carta.
A los pocos días, y por casualidad, fueron detenidos en un establecimiento de Madrid, en la Plazuela del Rastro, algunos de los culpables, incluidos Balseiro y Villena, que, castigados por sus muchos delitos, que no por éste, ya que no se les pudo demostrar culpabilidad en el mismo, fueron ejecutados por garrote vil el 20 de julio del mismo año, en el caso de El Sastre a las once y media de la mañana, en un patíbulo levantado en La Puerta de Toledo de Madrid, media hora después que su socio Balseiro.
Muchos de estos datos fueron facilitados por la Condesa de Buena Esperanza, sobrina carnal de los secuestrados y madre del por entonces Marqués de Gaviria.
Dice la leyenda que Paco el Sastre fue quien se hizo pasar por el cochero. No queda constancia de si fue él el bandido al que tomaron afecto los niños.
Glosario
Demandadero: persona que hace los mandados de las monjas fuera del convento, o de los presos fuera de la cárcel.
Q.S.M.B.: que sus manos besa.
Resguardo: Guarda o custodia de un sitio, un litoral o una frontera para que no se introduzca contrabando o matute. Cuerpo de empleados destinados a este servicio.
Bibliografía
[1] Wikipedia: Leyendas de la Sierra de Guadarrama - http://es.wikipedia.org/wiki/Leyendas_de_la_Sierra_de_Guadarrama#Leyendas_de_La_Pedriza
[2] “Pedriza del Manzanares, III Historias y Leyendas” - Arnaldo de España - http://www.magrama.gob.es/ministerio/pags/Biblioteca/fondo/pdf/50045_4.pdf
[3] EL BANDOLERISMO EN LA PROVINCIA DE MADRID (S. XVIII–XIX) - Alejandro Peris Barrio - http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=2582
[4] Blog Bandoleros del Guadarrama: La Pedriza y el Secuestro de los hijos del Marqués de Gaviria I - http://bandolerosdelguadarrama.blogspot.com.es/search/label/La%20Pedriza%20y%20el%20secuestro%20de%20los%20hijos%20del%20Marqués%20de%20Gaviria.%20%281%29
[5] Blog Bandoleros del Guadarrama: La Pedriza y el Secuestro de los hijos del Marqués de Gaviria II - http://bandolerosdelguadarrama.blogspot.com.es/search/label/La%20Pedriza%20y%20el%20secuestro%20de%20los%20hijos%20del%20Marqués%20de%20Gaviria.%20%282%29
[6] Blog Bandoleros del Guadarrama: La Pedriza y el Secuestro de los hijos del Marqués de Gaviria III - http://bandolerosdelguadarrama.blogspot.com.es/search/label/La%20Pedriza%20y%20el%20secuestro%20de%20los%20hijos%20del%20Marqués%20de%20Gaviria%20%283%29
[7] Blog Bandoleros del Guadarrama: La Pedriza y el Secuestro de los hijos del Marqués de Gaviria Fin - http://bandolerosdelguadarrama.blogspot.com.es/search/label/La%20Pedriza%20y%20el%20secuestro%20de%20los%20hijos%20del%20Marqués%20de%20Gaviria.%20Fin
[8] Cuenta la Leyenda: La banda de Paco el Sastre - http://vladimirbustof.blogspot.com.es/2009/02/la-banda-de-paco-el-sastre-cuenta-la.html
Rescate en El Tolmo
sábado, 6 de octubre de 2012
La banda de Paco el Sastre y el secuestro de los hijos del Marqués de Gaviria
Corría el año 1839 y el bandido Francisco Villena, conocido como Paco el Sastre acababa de escaparse con su socio Mariano Balseiro de la cárcel del Saladero, donde ambos habían estado presos desde su detención el 5 de enero de 1838, y lugar en que, probablemente, habían tramado la fechoría.