A eso de las 3, emprendemos el camino de la ruta circular, que atraviesa zonas de bosque primario, con árboles impresionantes enmarañados con lianas y con escasa luz filtrándose hasta el suelo. El árbol más impresionante es el Ajo, sobre cuyas inmensas raíces nos sacamos unas fotos que salen movidas por la falta de luz.
La vegetación es exuberante, nos chocan las raíces
y las formas de troncos y ramas. Algunos árboles son increíblemente
finos para su tremenda altura. Otros son igual o más altos e increíblemente
gruesos. No vemos muchos animales, los ahuyentamos con nuestros ruidos,
pero percibimos su presencia: caparazones de cangrejos que son restos de
las incursiones de gavilanes cangrejeros y otras especies. El suelo está
lleno de agujeros donde, según nos enteramos después, viven
los cangrejos. Son estos de color rojizo, entre granate y violáceo
son muy abundantes en la zona. También vemos lagartijas en acción,
el macho mostrando su adorno desplegable en la zona de la garganta, de intenso
color amarillo. Vemos también un precioso pájaro negro con
la cabeza roja y los ojos blancos, multitud de termiteros y filas muy activas
de termitas trasladando a pedacitos un enorme tronco caído. En el
recorrido, paramos en el mirador, a reposar en las hamacas. La pendiente
acaba en lo alto, donde la antena del campamento se eleva para permitir una
comunicación que, a pesar de ella, no siempre se consigue.
Más adelante, se llega a un pequeño techado de lona, junto al que se encuentra la plataforma de observación de la zona superior del bosque, sólo superada por los enormes árboles emergentes. Se trata del "canopy tour", estancia en una plataforma construida en un tronco muy alto y grueso y a la que se accede con cuerdas y poleas.
Todo el bosque tiene un verdor indescriptible, incluso los troncos son más verdes que de otro color. Sólo la pista, que mantienen limpia de troncos y hierbas, es de color pardo, debido a la tierra oscura y las numerosas hojas que alfombran el camino. La senda es amplia y clara, muy fácil de seguir.
Ya bajando, oímos el ruido de la lluvia en la capa superior, pero es débil y no nos llega más abajo. Pensamos, en nuestra ignorancia, que puede ser incluso habitual que llueva pero que bajo los árboles apenas se note. Pronto saldríamos de nuestro error. De todas formas, al llegar al campamento el bosque clarea un poco y ya empezamos a mojarnos. En el campamento vemos lagartos de Jesucristo correteando.
Al anochecer, a las 17:30 h., empieza a llover de nuevo. Los anfibios
empiezan a aparecer. Nos muestran una enorme rana toro y una pequeña
ranita verde con las manos y ojos rojos, como la de la foto.
Estamos en la época de transición de la temporada de lluvias a la temporada seca. Habitualmente por estas fechas ya llueve muy poco, aunque estos últimos dos años parece que se está retrasando la temporada seca un poco más de lo habitual. Se pasa toda la noche diluviando, con aparato eléctrico incluido.
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